LA FORMACIÓN
Nuestro Instituto ha nacido en la Iglesia y para la Iglesia, de la cual forma parte misteriosa y visible él mismo y sus miembros. Por ello trata de cultivar un amor y fidelidad al Magisterio de la Iglesia, especialmente en la persona del Santo Padre.
FIDELIDAD AL MAGISTERIO
DE LA IGLESIA
VIDA ESPIRITUAL
Los Misioneros de Cristo Mediador, conscientes de que la vida cristiana implica un combate espiritual para ser fieles a la voluntad de Dios, usamos de los medios espirituales para el crecimiento en la vida espiritual: participación diaria en la Santa Misa, adoración al Santísimo Sacramento de la Eucaristía, confesión frecuente, rezo de la Liturgia de las horas, meditación de la Palabra de Dios, así como un amor filiar a la Santísima Virgen María.
ESTUDIO
Por medio del estudio se busca comprender las verdades esenciales sobre Dios, el hombre y el mundo que nos rodea. Por ello es un aspecto esencial de nuestro Instituto el adquirir hábitos de estudio, y tener una buena formación en las ciencias filosóficas y teológicas, que nos ayuden a profundizar en las verdades reveladas y poder presentarlas de modo claro a los demás.
TRABAJO Y CONVIVENCIA
Otro aspecto esencial de nuestra formación es la disposición a colaborar con nuestro trabajo, ya sea intelectual o físico en las obras y sostenimiento de nuestro Instituto.
Por otro lado los momentos de convivencia estimulan relaciones cordiales con los hermanos y la salud física y psicológica.
CONSAGRACIÓN
Y VIDA FRATERNA
El fin principal de nuestro Instituto es el de formar verdaderos consagrados, que busquen en su vida la perfección de la caridad, esforzándose por configurarse con Cristo en la vivencia de los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia.
En este camino de consagración la vida fraterna nos sostiene y alienta continuamente y nos permite enriquecernos mutuamente, para poder juntos trabajar en la edificación del Reino que Jesucristo vino a fundar.